Skip to main content
Speeches by Robert S Kaplan

La relación económica entre Estados Unidos y México y unas observaciones sobre la política monetaria de Estados Unidos

Discurso ante la Asociación de Bancos de México Ciudad de México 4 de noviembre de 2016

November 4, 2016 Mexico City 

Gracias por permitirme estar hoy aquí ante la Asociación de Bancos de México.

México es un socio muy importante para Estados Unidos y hay un largo historial de estrechas relaciones entre el Banco de la Reserva Federal de Dallas y el Banco de México, así como con otras instituciones mexicanas en un marco más amplio. En especial, quiero agradecer a Agustín Carstens por su hospitalidad y sus destacados esfuerzos por fortalecer la relación con el Banco de la Reserva Federal de Dallas durante estos últimos años.

Como la mayoría de ustedes sabe, el Banco de la Reserva Federal de Dallas es uno de los 12 Bancos regionales de la Reserva Federal de Estados Unidos. Representamos al Undécimo Distrito, que está compuesto por Texas, la región norte de Luisiana y la región sur de Nuevo México. Este territorio incluye el 74 por ciento de los 3.111 kilómetros que cubre la frontera entre Estados Unidos y México.

Como probablemente también sepan, Texas es el estado de los Estados Unidos que más exporta y México es nuestro principal socio comercial.[1] La mayoría de los inmigrantes de Texas provienen de México.[2] Además, la inversión transfronteriza es un elemento clave del desarrollo económico en nuestra región. Por lo tanto, el fortalecimiento de nuestra relación es de gran importancia y es por esa razón que me complace enormemente estar hoy aquí y que espero continuar colaborando con ustedes en años venideros.

Hoy me gustaría referirme brevemente a esos lazos estrechos entre México y Estados Unidos. Posteriormente quisiera presentar mi evaluación de la situación económica de mi país y el rol que la política monetaria debe jugar ante los importantes desafíos económicos que enfrentamos. Por último, me encantaría responder a sus preguntas.

La relación entre México y Estados Unidos

Comercio

Desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el comercio entre Estados Unidos y México ha crecido desde aproximadamente 159 mil millones de dólares en 1994 hasta más de 532 mil millones en 2015. Según estimaciones del gobierno de Estados Unidos, aproximadamente el 45 por ciento de este total representa exportaciones de Estados Unidos a México, y el 55 por ciento restante representa importaciones de México a Estados Unidos.[3] Aproximadamente el 81 por ciento de las exportaciones de México en 2015 estuvo destinado a Estados Unidos.[4]

Este aumento del comercio bilateral y de la producción compartida de manufacturas (“production sharing”) entre Estados Unidos y México ha permitido una integración económica más sólida, un crecimiento de la inversión extranjera directa y una mayor sincronización del ciclo económico. Por ejemplo, se estima que aproximadamente el 40 por ciento del contenido de las importaciones que Estados Unidos hace desde México se origina en el mismo Estados Unidos.[5]

Como mencioné anteriormente, México es el principal destino para las exportaciones de Texas. En 2015, Texas exportó a México mercancías por un valor de aproximadamente 92.5 mil millones de dólares.[6] Estudios del Banco de la Reserva Federal de Dallas indican que la colaboración comercial con México ha mejorado substancialmente la competitividad global de Texas.[7]

En la actualidad, muchas ciudades fronterizas de Texas se benefician de esta mayor integración económica entre Estados Unidos y México. Roberto Coronado dirige la sucursal del Banco de la Reserva Federal de Dallas en El Paso y ha desarrollado un extenso trabajo encaminado a lograr un mejor entendimiento de esta integración económica. Sus investigaciones sugieren que el crecimiento de la actividad manufacturera en el norte de México genera un considerable aumento de empleos en ciudades fronterizas como El Paso y McAllen.[8] Dicho crecimiento de empleo se ha concentrado en los servicios y el transporte, con la consiguiente mejora en los salarios y niveles de vida de los residentes en zonas fronterizas entre México y Texas.[9]

Inmigración

En los Estados Unidos viven más inmigrantes procedentes de México que de otro país: aproximadamente 12 millones. Los inmigrantes nacidos en México constituyen el 27 por ciento de todos los inmigrantes que viven en Estados Unidos y el 55 por ciento de los inmigrantes que viven en Texas.[10] Se estima que los inmigrantes y sus hijos han representado más de la mitad del crecimiento de la fuerza laboral en Estados Unidos durante las últimas dos décadas.[11] En Texas, se estima que los trabajadores extranjeros representaron más del 40 por ciento del crecimiento de la fuerza laboral de Texas entre 1990 y 2010.[12]

Pia Orrenius encabeza nuestros esfuerzos por comprender mejor el fenómeno de la inmigración, así como también las condiciones económicas en el Undécimo Distrito desde una perspectiva más amplia. Estudios del Banco de la Reserva Federal de Dallas sugieren que los inmigrantes altamente calificados aportan un beneficio considerable a la economía de Estados Unidos.[13] Investigaciones relacionadas al mismo tema sugieren que estos trabajadores tienden a obtener patentes por invenciones e innovaciones a tasas más altas que los nacidos en el país con niveles educativos similares, contribuyendo por lo tanto desproporcionadamente al aumento de la productividad.[14] Más aún, los inmigrantes tienden a ser más emprendedores y tienen tasas más altas de empleo por cuenta propia que los ciudadanos nativos de Estados Unidos.[15] Los trabajos de investigación de Pia sugieren que, en promedio, los niveles educativos de los inmigrantes mexicanos están subiendo y que el número de ellos ocupando empleos más calificados en los Estados Unidos está en aumento.[16]

Otra observación interesante que surge del trabajo de Pia es que la migración entre México y Estados Unidos ha disminuído desde la Gran Recesión.[17] Los flujos de inmigración neta entre ambos países se han mantenido cercanos a cero durante los últimos años. Esta desaceleración parece atribuirse fundamentalmente a la mejora de las condiciones económicas en México en relación con Estados Unidos. Otros factores, como la mayor cantidad de hogares con dos fuentes de ingresos, el menor tamaño promedio de las familias, el establecimiento de una red de seguridad social más sustancial, así como perspectivas más sólidas del mercado laboral interno en México, han contribuido también a la mencionada reducción del flujo migratorio.

Espero poder conversar con más detalle sobre estos temas durante la sesión de preguntas y respuestas. Pero ahora permítanme referirme a las condiciones económicas en el Undécimo Distrito y en los Estados Unidos.

Análisis de las condiciones económicas

Energía

Voy a comenzar esta parte de mi exposición hablando del sector energético, dada su importancia para el Undécimo Distrito y para México, tanto como para Estados Unidos. Como ustedes saben, los precios del petróleo han declinado considerablemente desde junio de 2014. No cabe duda que esta circunstancia ha creado dificultades tanto para la economía de México como para la del Undécimo Distrito.

En el Banco de la Reserva Federal de Dallas seguimos creyendo que la producción y el consumo de petróleo a nivel mundial alcanzarán una cierta estabilidad durante la primera mitad de 2017, en un proceso que podría acelerarse si los países de la OPEC llegaran a un acuerdo más explícito sobre límites a los niveles de producción.

Aunque las apreciaciones sobre el momento en que se alcanzará la estabilidad varían, consideramos que la tendencia general es la clave y que estamos moviéndonos hacia ella. Nuestro análisis se basa en la expectativa de que la oferta global crecerá a un ritmo más lento y que la demanda diaria continuará aumentando, como promedio, aproximadamente 1.3 millones de barriles por día durante el resto de 2016 y en 2017.

El restablecimiento de la estabilidad ha sido más doloroso y lento de lo que algunos habían anticipado. Aunque la producción de petróleo diaria promedio en Estados Unidos ha disminuído cerca de un millón de barriles durante el último año, esta caída ha sido más que compensada por aumentos de la producción en Arabia Saudita, Irán, Rusia y otros países. Como resultado de estos acontecimientos, las reducciones en la oferta de petróleo mundial sólo se han materializado lentamente y la acumulación de inventarios de productos del petróleo se encuentra en niveles históricamente elevados.

En cuanto a las perspectivas para 2017 y 2018, creemos que la volatilidad de los precios continuará. Sin embargo, esperamos que los inventarios excedentes se reduzcan y que los precios sigan fortaleciéndose. A pesar de esta recuperación, anticipamos que veremos más quiebras, reestructuraciones y fusiones en el sector energético en Estados Unidos. Basándonos en nuestra encuesta sobre este sector en nuestro distrito y en conversaciones con participantes en el mercado, es improbable que el número de torres petroleras aumente considerablemente en Estados Unidos hasta que los precios no alcancen entre 55 y 65 dólares por barril.

El Undécimo Distrito

El sector energético, así como un dólar más fuerte, han creado dificultades para la economía de nuestro distrito. La tasa de crecimiento del empleo en Texas en la primera mitad de 2016 fue de algo menos del 1 por ciento. Vimos en el estado pérdidas de empleo en el sector energético, debilidad en el sector manufacturero y desaceleración del crecimiento en el sector de servicios. Sin embargo, a medida que estos vientos en contra parecen estar amainando, estamos empezando a ver crecimiento económico más rápido. Es por eso que nos atrevemos a pronosticar un crecimiento en el empleo de aproximadamente 2 por ciento en la segunda mitad de 2016 y en 2017.

Texas continúa beneficiándose de la migración de personas y empresas al estado, como lo pone de manifiesto que la población del estado pasó a de aproximadamente 22.8 millones en 2005 a 27.5 millones en 2015.[18] La expectativa es que esta tendencia continúe en 2017 y años subsiguientes.

La nación y el mundo

El crecimiento del PIB de Estados Unidos en la primera mitad de 2016 fue de un magro 1.1 por ciento anualizado con respecto al cuarto trimestre de 2015.[19] Esta debilidad puede atribuirse a la turbulencia financiera que se observó en el primer trimestre del año, así como también a una desaceleración considerable de la inversión privada en inventarios en el segundo trimestre. La estimación oficial inicial del crecimiento del PIB en el tercer trimestre con respecto al anterior muestra una mejora a 2.9 por ciento anualizado. Basándonos en esta cifra y en nuestra confianza en la solidez del consumidor estadounidense, ahora esperamos un crecimiento del PIB de aproximadamente 2 por ciento para todo el año 2016.

Según el informe sobre la situación laboral en octubre, la tasa de desempleo se ubicaba en el 4.9 por ciento. Además, la tasa de participación de la fuerza laboral en ese mismo mes fue del 62.8 por ciento en comparación con el 66 por ciento en 2007.[20] En la Reserva Federal de Dallas consideramos que este descenso se debe en gran parte a cambios demográficos, ya que una proporción anormalmente alta de la población en edad de trabajar está alcanzando edad jubilatoria. Se espera que esta tendencia continúe en Estados Unidos, al igual que en casi todas las economías avanzadas. Por ejemplo, esperamos que la tasa de participación descienda por debajo del 61 por ciento en el transcurso de los próximos 10 años, a menos que se adopten medidas atenuantes. Esta tendencia tiene implicaciones significativas para la tasa de crecimiento del PIB potencial.

Con respecto a la inflación, nuestros economistas del Banco de la Reserva Federal de Dallas siguen el comportamiento de la inflación total y de la inflación subyacente a través de distintos indicadores, tales como el Dallas Trimmed Mean PCE. Este indicador excluye cambios extremos de precios con una metodología que captura mejor la verdadera inflación subyacente en la economía. El Dallas Trimmed Mean PCE ha estado fluctuando consistentemente en torno al 1.7 por ciento desde el inicio de 2016, un aumento con respecto al 1.6 por ciento en 2015. La estabilidad y la tendencia de este indicador nos llevan a tener confianza en que la tasa de inflación general se aproximará gradualmente a nuestro objetivo del 2 por ciento a mediano plazo, aunque es justo reconocer que el avance hacia este objetivo ha sido frustrantemente lento durante los últimos años.

Es importante enfatizar que en la evaluación de las condiciones económicas de Estados Unidos, mi equipo de investigación sigue de cerca cómo los acontecimientos económicos en el exterior afectan el crecimiento económico doméstico. En este sentido, estamos vigilando atentamente el impacto del Brexit sobre las economías del Reino Unido y de los países europeos, así como el riesgo de contagio. En las actuales circunstancias, yo creo que Estados Unidos está en condiciones de absorber sin mayores sobresaltos el impacto de Brexit.

También observamos los países con economías emergentes, especialmente China. Ese país tiene un alto grado de sobrecapacidad instalada (particularmente en empresas estatales) y elevados y crecientes niveles de endeudamiento interno, además de encontrarse en medio de una transición multianual que la llevará de ser una economía impulsada por la manufactura y las exportaciones a una basada en el consumo interno de bienes y servicios. Pensamos que es probable que esta transición lleve muchos años, y que el mundo tendrá que acostumbrarse por lo tanto a tasas de crecimiento más bajas de la economía de China. Esta desaceleración, junto con altos niveles de deuda, puede tener el efecto de volver a los mercados financieros más vulnerables a estallidos periódicos de turbulencia, con el potencial de deteriorar las condiciones crediticias a escala mundial.

Tendencias seculares generales

Además de observar las tendencias cíclicas clave en la economía, también sigo de cerca fuerzas seculares más persistentes que pueden ayudar a explicar los resultados económicos a corto plazo. Específicamente, estoy prestando particular atención a cuatro factores:

  • El envejecimiento de la población en Estados Unidos y en las principales economías que, en conjunto, reducirá las tasas de participación de la fuerza laboral y creará condiciones adversas para el crecimiento del PIB potencial.
  • El fin del llamado “superciclo” de la deuda. Esto significa que los países no podrán aumentar su deuda en relación al PIB para generar el crecimiento económico futuro. Por ejemplo, China ha estado incrementando su endeudamiento de forma drástica, pero hay dudas con respecto a la sustentabilidad de esta estrategia. En Estados Unidos, a pesar de la mejora en los niveles de deuda de los hogares, la deuda pública en proporción al PIB ha crecido y ahora se estima que el valor presente de transferencias futuras generadas en programas sociales que no cuentan con financiamiento es de aproximadamente $45 billones de dólares.[21] Los altos niveles de deuda con respecto al PIB, sumados a la polarización política, han limitado el papel de la política fiscal como una herramienta de política económica en general.
  • Globalización. Las economías y los mercados financieros están entrelazados más estrechamente que nunca. Esto significa que los eventos que ocurren en un país pueden afectar con mucha mayor facilidad las condiciones económicas y financieras en otros países. El primer trimestre de este año fue un buen ejemplo; la devaluación de la moneda en China y una pronunciada baja del mercado bursátil dieron paso a un rápido deterioro de las condiciones financieras globales, que amenazó con desacelerar el crecimiento económico.
  • Disrupción. La mayoría de los sectores se están enfrentando a un competidor disruptivo que está ofreciendo bienes o servicios a más bajo costo. Con frecuencia, detrás de esta disrupción se encuentra la tecnología. Como ejemplos tenemos a Amazon o Alibaba versus tiendas minoristas, Kahn Academy versus escuelas tradicionales, Uber versus taxis, y así sucesivamente. Esta disrupción tecnológica es sin duda beneficiosa para los consumidores, ya que les facilita la tarea de encontrar los precios más bajos a los que pueden adquirir los productos y servicios que necesitan. Por otro lado, este mismo factor está reduciendo la capacidad de las empresas de fijar precios por encima de los costos tanto como antes y reduciendo, como consecuencia, sus márgenes de ganancias. Esta es una de las razones por la que esas empresas han estado más reticentes a llevar a cabo grandes inversiones de capital. Es probable que esta disrupción haya tenido también efectos adversos sobre trabajadores, circunstancia que podría ayudar a explicar por qué la tasa de empleo de los trabajadores en la plenitud de su vida laboral en Estados Unidos no se ha recuperado todavía a los niveles previos a la Gran Recesión.

El rol de la política monetaria de Estados Unidos y la necesidad de reformas estructurales y de una política económica más amplia

Estas tendencias seculares están impactando las condiciones económicas. Son, en gran medida, estructurales; es decir, no son fáciles de abordar mediante la política monetaria. Esta es una razón por la cual he sugerido que, en esta etapa de la recuperación económica, necesitamos incorporar políticas fiscales y reformas estructurales al menú de política económica. La política monetaria no está diseñada, en sí misma, para abordar los problemas estructurales fundamentales a los que nos enfrentamos en la actualidad. Aunque no hay duda de que a la política monetaria le corresponde desempeñar un rol protagónico, no es sustituta de acciones que enfrentan desafíos fundamentales más profundos.

Por ejemplo, debido al envejecimiento de la población, necesitamos estudiar políticas que permitan el crecimiento de la fuerza laboral en los años venideros. Es probable que esto requiera un mayor énfasis en la mejora de los niveles de educación, con el objetivo de aumentar la productividad de la fuerza laboral de Estados Unidos.

Las opciones para mejorar los niveles de educación deben incluir el fortalecimiento de asociaciones públicas/privadas dedicadas a brindar una capacitación profesional que prepare a los trabajadores para aprovechar las oportunidades laborales propias del siglo XXI que se les presenten. Estos programas podrían contribuir al crecimiento de la fuerza laboral y aminorar la escasez de mano de obra calificada que ha sido identificada como problemática por muchas de las empresas con las que conversamos en el Undécimo Distrito.

También creo que tiene sentido tomar en consideración una variedad de inversiones públicas destinadas a mejorar una infraestructura obsoleta y que podrían mejorar la productividad y ayudar a fortalecer la demanda. Una parte importante de esas inversiones podría provenir de asociaciones públicas/privadas, con la mayoría del capital proveniente del sector privado, dada la abundante disponibilidad de fondos con que cuenta ese sector en la actualidad.

Con una perspectiva todavía más abarcadora podrían considerarse reformas fiscales y regulatorias que creen mayores incentivos para la ampliación de la capacidad productiva y las inversiones de capital capaces de mejorar las futuras tasas de crecimiento del PIB. Mejores expectativas de crecimiento podrían ayudar a contrarrestar las fuerzas que mantienen deprimidas las tasas de interés a nivel mundial, brindando a los responsables de las políticas monetarias mayor margen de maniobra sin necesidad de recurrir a herramientas no convencionales.

Algunos observadores sugieren llevar a cabo una revisión exhaustiva de las regulaciones a los niveles nacional, estatal y local. Ellos argumentan que, en ciertos casos, un exceso de regulaciones y de cargos monetarios puede estar desalentando innecesariamente la inversión de capital, el crédito y la formación y el crecimiento de pequeñas empresas. Esto podría ayudar a explicar por qué la inversión privada y la formación de nuevas firmas han sido desalentadoramente baja durante los últimos años.

Reformas a los programas de transferencia sociales que contemplen el fortalecimiento de la Seguridad Social y del Medicare, sin afectar las prestaciones para aquellos que ya tienen 55 o más años de edad, podrían ayudar a mejorar la sustentabilidad de dichos programas y a aliviar la carga fiscal futura de otra manera asociada a ellos. Además, no se puede descartar que las reformas reduzcan los impedimentos actuales para permanecer en la fuerza laboral y a la vez ayuden a atenuar el impacto del envejecimiento de la población sobre el crecimiento y las tasas de interés. En tanto que alivien las preocupaciones a largo plazo con respecto a la sustentabilidad de la deuda pública (medida como porcentaje del PIB) en el futuro, dichas reformas podrían mejorar las expectativas de crecimiento al reducir el temor a aumentos en la presión impositiva que de otro modo sería necesaria para mantener la solvencia fiscal.

Estos son algunos ejemplos de medidas de políticas económicas que pueden tomarse en consideración. Hay ciertamente otras, entre ellas iniciativas para implementar reformas comerciales más integrales, que podrían contribuir a crear un terreno de juego global más equitativo para el movimiento de bienes y servicios.

La política monetaria es un elemento clave de la política económica, pero no debería ser el único componente. Para mejorar los resultados económicos futuros para nuestros ciudadanos, necesitamos considerar políticas estructurales y fiscales así como una política monetaria sólida.

Conclusión

Ha sido un placer para mí hablar en este foro. Espero trabajar con ustedes en los años venideros para fortalecer la relación entre nuestros dos países.

Notas

Ahora responderé con gusto a sus preguntas.

1. “Texas Maintains Top Exporter Standing While Its Trade Remains Concentrated,” by Janet Koech and Mark Wynne, Southwest Economy, Third Quarter 2015, www.dallasfed.org/assets/documents/research/swe/2015/swe1503g.pdf.
2. “Gone to Texas: Immigration and the Transformation of the Texas Economy,” by Pia M. Orrenius, Madeline Zavodny and Melissa LoPalo, Federal Reserve Bank of Dallas, 2013, www.dallasfed.org/assets/documents/research/pubs/gonetx.pdf.
3. Census Bureau.
4. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (National Institute of Statistics and Geography).
5. “Give Credit Where Credit Is Due: Tracing Value Added in Global Production Chains,” by Robert Koopman, William Powers, Zhi Wang and Shang-Jin Wei, National Bureau of Economic Research, NBER Working Paper no. 16426, December 2011, www.nber.org/papers/w16426.pdf.
6. Census Bureau.
7. “Texas Comparative Advantage and Manufacturing Exports,” by Jesus Cañas, Luis Bernardo Torres and Christina English, in Ten-Gallon Economy: Sizing Up Texas’ Economic Growth, by Pia M. Orrenius, Jesus Cañas and Michael Weiss, eds., Palgrave MacMillan, 2015, pp. 159–79.
8. “So Close to Mexico: Economic Spillovers Along the Texas–Mexico Border," by Roberto Coronado, Marycruz De León and Eduardo Saucedo, in Ten-Gallon Economy: Sizing Up Texas’ Economic Growth, by Pia M. Orrenius, Jesus Cañas and Michael Weiss, eds., Palgrave MacMillan, 2015, pp. 183–97.
9. “El Paso and Texas Border Cities Close the Gap in Per Capita Income,” by Roberto Coronado and Robert W. Gilmer, Crossroads, Issue 2, 2012, www.dallasfed.org/assets/documents/research/crossroads/2012/cross1202.pdf.
10. American Community Survey 2015.
11. “The Economic and Fiscal Consequences of Immigration,” National Academies of Sciences, Engineering and Medicine, 2016, p. 50, www.nap.edu/catalog/23550/the-economic-and-fiscal-consequences-of-immigration.
12. See note 2, p. 3.
13. “From Brawn to Brains: How Immigration Works for America,” by Pia Orrenius and Madeline Zavodny, Federal Reserve Bank of Dallas 2010 Annual Report, 2011, www.dallasfed.org/assets/documents/fed/annual/2010/ar10b.pdf.
14. “How Much Does Immigration Boost Innovation?” by Jennifer Hunter and Marjolaine Gauthier-Loiselle, American Economic Journal: Macroeconomics, vol. 2, no. 2, 2010, pp. 31–56.
15. See note 11.
16. “Central Americans in the U.S. Labor Market: Recent Trends and Policy Impacts,” by Pia Orrenius and Madeline Zavodny, CANAMID, 2015, www.canamid.org/en/publication?id=PB03.
17. “The Real Story Behind Mexican Immigration: And What It Means for the U.S. Economy,” by Pia Orrenius, 2016, www.bushcenter.org/publications/articles/2016/07/the-real-story-behind-mexican-immigration.html.
18. Census Bureau.
19. “National Income and Product Accounts, Gross Domestic Product: Third Quarter 2016 (Advance Estimate),” Bureau of Economic Analysis, Oct. 28, 2016.
20. “The Employment Situation–October 2016,” Bureau of Labor Statistics, Nov. 4, 2016.
21. 2016 Annual Report of the Boards of Trustees of the Federal Hospital Insurance and Federal Supplementary Medical Insurance Trust Funds, June 22, 2016.
About the Author

Robert S. Kaplan is president and CEO of the Federal Reserve Bank of Dallas.